Hace 10 años me preguntaba el por qué de realizar graffitis y esténcil en combinación con la inmersión del apoyo de la redes sociales e internet en su conjunto con la posibilidad cada vez más evidente de poder tener acceso a esta comunicación.
Hoy día ya es completamente ineludible, un ludita convencido, alguien dedicado, como quien deja una droga, no interviene en internet.
En la vía pública, actualmente encontramos las mismas formas y contenidos en el mismo contexto pero con cambios sutiles. La firma generalmente se identifica con una arroba al inicio para que puedas etiquetar la persona en posteriores publicaciones. Algo que decididamente encuentro una mejora después de dedicar mucho tiempo en balde a buscar sin éxito a las autoras de una pintada. Después de lo positivo de poder concretar la autoría, viene el descalabro formal de que la pieza de un tiempo atrás a la actualidad se ha transformado en una estampilla publicitaria donde la función de etiquetado es más importante que el propio resultado de la obra. La intervención carece de importancia, prima los seguidores y etiquetado posterior en determinadas intervenciones. El antiguo esteta ahora necesita de confirmación social en el ámbito virtual y dejar una pegatina impresa industrialmente es otro medio. A veces encuentro lo que en inicio creía es una intervención artística en la calle y después de alguna pesquisa y posterior publicación, darme cuenta de que es el negocio de alguna empresa privada de: tatuajes, fontaneros o lo que sea.
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