- Dos profesionales del mundo del arte urbano debaten en Hoy empieza todo
- Reivindican el grafiti pero difieren en si las autoridades tienen que apoyarlo
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Mural de Banksy titulado "Florista (Muchacha con una flor)" pintado en la pared de una gasolinera de Los Angeles. Será subastado en diciembre en Beverly Hills.AFP
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Grafiti en una calle de Los Ángeles caricaturizando la figura de Lance ArmstrongAFP
¿Por qué se persigue a los grafiteros y a la vez se les premia? Es una de las cuestiones sobre las que se ha debatido este miércoles en Hoy empieza todo en Radio Nacional.
"Las instituciones y las leyes no saben a lo que se están enfrentando. Por un lado te ponen sanciones de hasta 6.000 euros y por otro lado entregan el premio al mejor grafiti joven de la Comunidad de Madrid. No se sabe contra qué están luchando", subraya Francisco Reyes, profesor de la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid y autor de la primera tesis doctoral sobre el hip hop.
Para Francisco Reyes, el grafiti no puede ser promovido por las autoridades porque, por definición, es un arte prohibido. "Si tú permites o cedes espacios para hacer grafitis, ya no es un grafiti, es un mural realizado con las mismas herramientas y con el mismo estilo con el que normalmente harías un grafiti, pero el grafiti tiene que ser salir de noche, hacerlo y que no te cojan", defiende el profesor.
Sin embargo, asume el derecho del ciudadano a tener su ciudad "gris o blanca". "Nadie tiene por qué tragar con las inquietudes artísticas de los grafiteros", sentencia.
"Dar vida" a la ciudad frente a la "dictadura" del grafiti
Yatusabes, artista formado en las calles, donde plasma sus obras, no está de acuerdo con Francisco Reyes. "¿Y por qué tengo que tragar yo con lo que dice el ayuntamiento", se pregunta.
"Pienso que hay que darle un poco de vida a las ciudades. En otros países de Europa se apuesta por este arte y se hacen fachadas enormes con motivos increíbles que iluminan la calle y que gustan a la gente. Pero aquí, todo gris, venga a borrar, y siempre va a haber alguien que quiere ese muro de otro color, más vivo", explica.
Francisco Reyes insiste: "Hay zonas de Madrid muy afectadas por los grafitis, como la calle Fuencarral, donde los comerciantes se han visto obligados a pagar a grafiteros para que les hagan un mural bonito porque saben que si no se lo van a llenar de firmas, pero el comerciante debería tener derecho a tener su fachada blanca. Es un poco la dictadura del grafitero. Pero a mí me parece bonito, el juego está ahí y que siga así".
Yatusabes apunta que no todos los grafiteros "bombardean" las ciudades: "Hay gente a la que le gusta poner su firma por la calle veinte mil veces y otra a la que le gusta currarse un mural en el campo, tranquilo, sin que le moleste nadie. Para gustos, los colores".
El arte urbano en los museos
¿Grafitis por dinero? Yatusabes ha accedido a hacerlos así. "Hay que llenar la nevera. Si me sale un trabajo, lo voy a hacer. Si es algo que me gusta, por qué no voy a hacerlo", dice, aunque reconoce que está mal visto. "Hay gente que dice que eso es venderse, que el grafiti no es real".
Pero, ¿qué pasa cuando una pintada entra en un museo, como en el caso de Bansky? En este caso, también hay diferencias entre Yatusabes y Francisco Reyes.
"A mí me gusta verlo en un sitio cerrado, que vaya alguien y le pueda explicar por qué he hecho esto, esta es la técnica que uso y que llegue a más gente todavía y se invierta también en el arte de la gente que hay en España, que aquí nos gusta más lo de fuera. Amigos míos artistas viven de esto en el extranjero tranquilamente", asegura Yatusabes.
A Francisco Reyes, en cambio, le parece que el verdadero grafitero siempre buscará la calle. "Hay que mantener esa doble vida, ese Clark Kent y ese Superman", concluye.
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