16 ago 2021

Copenhague. 10.08.2021. Fotos de zeroanodino para URBANARTIMAÑA

Hace unos días estuve de paseo por Dinamarca de la mano de Clémentine, gracias a su vínculo familiar, si bien es cierto que las vacaciones no lo son con niños alrededor, o más bien, sus madres y padres con sus doctrinas nefastas a inculcar de forma incoherente mientras fuman tabaco compulsivamente, traté de aprovechar lo que pude.

La única información que me llegaba de diversas personas de forma insistente del país nórdico era que todo era muy caro, y si, todo es muy caro, pero no más que cualquier capital europea. Quizá el problema para mí fue el adaptarse al cambio con la corona danesa, no sabía que estuvieran fuera del euro.

Yo aprecio viajar e inmiscuirse en culturas diversas, conocer idiomas y dialectos distintos, pero mi interés se ve tronchado por mi identidad de migrante económico. No puedo vivir el viaje de la misma forma que los cánones del turismo enaltecen, no alcanzó a satisfacer al grupo que me acompaña porque me falta siempre dinero y tampoco a mí mismo porque toda acción remite a consumo y es impostada.

En un momento, mientras el grupo familiar y amigas tomaban un vino blanco, o cava, no diferencio, recordé las veces que mis amigas de colectivos diversos se veían obligadas a invitarme el tiempo que viví en España, Alemania, Brasil o Francia, así que fui a por una lata barata y echar fotos.

En conclusión, desearía poder hacer el ejercicio de legitimar esta investigación documental y fotográfica sin la presión de la precariedad y su culpa, pero pasan los años y se desarrolla de la misma manera. La migración económica te arrebata tu identidad colectiva, tu acervo, sin capacidad de reencontrar el barrio que sólo existe en tu nostalgia, en una realidad alterna, una ucronía, me hubiese instalado en Espinardo, en una alguna casa abandonada sin nunca cotizar hasta ser víctima otra vez de los golpes de un nazi, policía y/o señor.

La vida en tránsito es mala pero peor volver al pueblo.

P.D. 
Escribo esto posteriormente porque he herido la sensibilidad de las personas que me acompañaron estas vacaciones, no era el objetivo. No fue agradable para mí por momentos, algunas de las circunstancias que viví con diversas familias pero tampoco soy capaz de determinar cómo hacerlo mejor, yo sé que lo pasé mal con determinadas acciones educativas pero sé que no tengo derecho a decir que es o no pertinente para los niñxs, entonces, el único margen de acción que tengo, puesto que no soy padre, ni madre, ni tutor, ni educador...es este espacio para desahogarme de forma completamente subjectiva. Lo siento madres y padres del mundo, espero no tener nunca esa responsabilidad para luego reproducir exactamente igual todo lo que me angustia. 
Aparte, algo que olvidé mencionar del viaje que fue impresionante para todas nosotras extranjeras, fue el hecho que nadie llevaba mascarilla, ni dentro o fuera, en los bares fumaban en el interior, algo completamente demodé, la gente de servicio de concina y camarerxs tampoco utilizaban, se limitaban a preguntar si teníamos el certificado covid, pero sin forma digital de corroborarlo.


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