La forma urbana, una llamada de atención para no olvidar determinados hallazgos de un personaje, o no. En España, hubo un periodo que probablemente no esté inconcluso (por eso, no sé tiempo verbal utilizar) de burbuja inmobiliaria, donde la especulación urbanística, las empresas ordenan y decoran infinidad de rotondas, en muchos casos sin sentido alguno, en los que incrustan en su interior un monumento por cuestiones de índole exclusivamente lucrativo y privado en consonancia con las instituciones públicas.
Escultura en una rotonda en la universidad de Murcia. Noticia relacionada en eldiario.es
La historia la escriben los vencedores.
Terratenientes, conquistadores, esclavistas, militares, fundadores, monarcas y gente que logró salir de una situación de injusticia con violencia y/o demagogia. El problema para mí, es la representación y cómo coexistir con el espacio público con determinados emblemas, banderas y soportes que no representan a la sociedad, tan sólo a una pequeña parte de los nietos de esos antiguos vencedores que fundaron fronteras y patrones que conservamos por miedo.
El privilegio es una herramienta.
La construcción de formas de representación insertadas en el centro de la sociedad es parte de una educación, de propaganda. No quiero olvidar el pasado, quiero saber de forma lo más objetiva y consciente posible lo que ha sucedido.
En Salvador de Bahía conviven en la misma plaza una escultura de uno de los grandes libertadores que luchó contra la esclavitud, Zumbi dos palmares con otra de un obispo. Esta dualidad ideología completamente opuesta es una demostración de una representación pública histórica casi fidedigna. Algo de una excepcionalidad ejemplar. El trabajo, materiales y dimensiones son similares.
Pasa algo parecido con las esculturas instaladas en la moderna Avenida de Granada, hay muchas por diversos escultores a lo largo del paseo peatonal en medio de la circulación, una de ellas está en un banco sentado el escritor y asesinado el siglo pasado por la dictadura española Federico García Lorca y en otro extremo, cerca de la plaza de toros, su antítesis conceptual, la concepción de lo más conservador, patriarcal y cruel, un torero.
En ambos casos, Salvador y Granada, los monumentos son recientes. Esto parece dar una idea de por donde están yendo los tiros sobre la creación de una educación política y estética en el espacio público en las últimas décadas.
¿Podemos resignificar estas figuras? ¿Deberíamos proponer nuevas? ¿Deben convivir?
¿Debemos eliminar las que están obsoletas?
zeroanodino
2020. Bruselas.
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